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San Lorenzo sin fútbol ni ideas fue bailado por Lanús en la final del torneo. Una diferencia abismal fue la que separó a los dos finalistas, no solo desde el resultado, sino fundamentalmente desde lo táctico.
Lanús ganó 4 a 0 la final del campeonato. Ganó, gustó y goleó. El ajedrez del partido lo ganó claramente Almirón, director técnico granate, planteando un juego veloz y ofensivo por las bandas, con mucha generación de fútbol desde el medio.
¿San Lorenzo? Muy poco. La vergüenza de Buffarini, la clase de Belluschi y nada más. Pobre desde lo individual, pero sobre todo desde lo táctico. Adoleció de Ortigoza, no cortó juego, no generó, me atrevería a decir que ni agarró la pelota en todo el partido, salvo excepciones. Fue un sparring del equipo del sur, que lo ganó como quiso y hasta pareció no querer meterle más goles, tan simplemente por respeto.
Lo peor del caso, es que cuando se esperaba la mano del técnico (que de entrada equivocó el planteo), fue para poner línea de tres en el fondo y terminar de suicidarse cuando el equipo a duras penas sostenía el equilibrio, con línea de cuatro. Una súper oferta para uno de los equipos más punzantes del fútbol argentino. Podría agregar a todo esto que ni siquiera desde lo espiritual se lo podría defender a Pablo Guede el domingo, ya que ni las lágrimas de impotencia de Romagnoli, ni sus ganar de entrar, hizo que le diera unos minutos al último ídolo con fuego sagrado del club para tratar de torcer algo la historia.
Nulo. Tanto como el consejo que necesitaban los muchachos desde adentro que se veían superados y que cuando miraban al banco, veían a un DT vencido, callado, pensativo, ido.
Ni calmo pero certero como Bauza en sus consejos, ni verborrágico e histriónico como Caruso Lombardi. Nada, la nada misma. Demasiada responsabilidad para un técnico de club grande que jugaba la final del fútbol argentino contra un equipo superior. Tan solo 24 horas antes y luego de perder dignamente la final de la Champions por penales contra el mejor equipo del mundo, Diego Simeone calificó de “fracaso” su segundo puesto. Años luz de categoría, separan a Guede con el entrenador del Aleti, que no solo en la semana, sino en cada partido, se siente comprometido a muerte con su equipo, hasta parece un jugador más.
En síntesis, y aún sabiendo que el presidente Matías Lammens respaldó el ciclo del actual entrenador, humildemente entiendo que el banco de San Lorenzo le queda gigante. Él debería dar un paso al costado, asumiendo ineptitudes o en tal caso responsabilidades de lo acontecido en esta final. Aunque continúe, ¿podrá revertir el rumbo desde lo anímico? Desde lo futbolístico, quedó demostrado que el grupo adaptó sus formas a gusto. ¿Cuál es el papel que tiene entonces Pablo Guede en este grupo?
Sin caerle, creo que hizo hasta donde pudo y llegó bastante lejos. Gracias Pablo. Aunque en los equipos grandes, los DT y los arqueros cuando se los necesita, deben estar a la altura, vos sabrás internamente mejor que nadie que el banco de San Lorenzo pesa 2 toneladas, demasiado quizás, para lo que tus bíceps esperaban.
¿Para San Lorenzo qué entonces? Un proyecto con preponderancia de más juveniles que sumen a la categoría de los titulares, un mix. Quizás un técnico del riñón. ¿Por qué no Biaggio/Silas?
Pero más allá de los nombres, alguien que pueda sostener en el tiempo un proyecto por más austero que pueda parecer. Los extremos son malos, por eso no estuvo bueno desde mi opinión, pasar de Pizzi a Bauza, pero coincidamos en algo, estos dos ejemplos antagónicos sabían cuál era su idea y la defendían hasta la muerte. Tanto que nos dieron dos títulos en casi medio año, algo que subió demasiado la vara. Y sí… Bienvenidos a San Lorenzo 2016, esto no es para cualquiera.
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